La magia de contar historias es inagotable, lo cual requiere nuestra atenta y continua condición de aprendices. Si pensáramos en nuestro yo de hace tan sólo un mes, podríamos estar seguros de que hemos adquirido numerosos aprendizajes y es que eso es la vida, un continuo modelaje del saber humano. Propiamente en el ámbito de transmitir la magia de la interpretación, podríamos situarnos como educadores desde entornos de la educación formal, no formal e informal y en todos ellos nuestro rol principal ha de ser motivadores de una audiencia sedienta de aprender; no instructores rígidos dentro de una jerarquía inamovible, ni como poseedores únicos de la luz que ilumine al alumni; será por tanto nuestro perfil de educadores guiado por el primer truco que nos refiere al escritor Anatole France “Debemos suscitar la curiosidad de las personas, es suficiente con abrir las mentes; no es necesario sobrecargarlas.

Ahora bien, si un individuo por su propia voluntad decide acelerar el aprendizaje en un área específica del saber, será un privilegio poder funcionar como ese medio de conexión entre dichos saberes y su etapa de descubrimiento. Lo anterior nos lleva a no perder nuestro don de intérpretes al ubicarnos en la condición de educadores, pues de las múltiples audiencias a las que nos encontraremos expuestos ésta deberá pasar de ser cautiva a ser cautivada.

Figura 1. Contemplación (Estación Biológica Las Cruces, CR). Fuente: Wroe, 2018.

Y como aprendiz de mago me internaré en la relación de los siguientes seis trucos y cómo conjurarlos para que se dé la magia del aprendizaje de la Interpretación del Patrimonio. El primero de ellos indica que “debe haber una relación entre lo que se muestra a la audiencia, su experiencia previa y sus rasgos de personalidad”.

Es importante cuando nos encontramos frente a un grupo de personas que se unen a una capacitación y que a su vez, cuentan con raíces heterogéneas en su bagaje de vivencias, indagar en qué fue aquello que les despertó su amor por el recurso patrimonial y su inquietud por aprender a compartir mensajes sobre los misterios que este encierra. Aquí la lúdica podría volverse una gran aliada en nuestros entornos de enseñanza, al poseer los humanos una forma natural de aprendizaje por medio del juego, siendo dentro del reino animal de los grupos con mayor capacidad lúdica, por lo que se hace referencia al término Homo ludens tal cual expuso Johan Huizinga en su clásico ensayo de 1938.

Podríamos entonces partir de herramientas lúdico-didácticas para el descubrimiento de las motivaciones de nuestra audiencia; más allá de un cuestionario en plano donde se nos interrogue sobre ¿qué le motivó a matricular este curso? Pues muchas veces ni nosotros mismos lo sabemos y podríamos irlo descubriendo con nuestros aliados en el proceso de enseñanza-aprendizaje. A su vez indagar sobre nuestras fortalezas y debilidades individuales e invitar a nuestra audiencia en capacitación a hacerlo, nos permitirá reconocer un perfil más acorde al tipo de intérprete que seremos en el ejercicio de la práctica, tomando en consideración aquellas habilidades que nos caracterizan para realzarlas y reforzando los elementos que aún no hemos desarrollado a profundidad pero que con el paso del tiempo iremos fortaleciendo.

Como aprendices de la magia de la interpretación, no deberíamos perder nunca nuestra habilidad de sorprendernos, aún si somos los formadores de otros intérpretes. Esto nos conduce al segundo truco y es “que la información en sí misma no es interpretación, esta es la revelación basada en información”. Debemos por tanto previo a iniciar el ejercicio de capacitación haber realizado por nuestra parte un proceso develador de datos para ser transmitidos, de indagación en las estrategias pedagógicas para ser compartidos y principalmente prepararnos para descubrir y sorprendernos de la información que surja en el proceso de co-aprendizaje con nuestra audiencia en formación. Con estas personas que abrieron sus sentidos a despertar emociones basadas en una conexión cognitiva, debemos ser enfáticos en que toda manifestación interpretativa requiere apoyarse en la veracidad de la información que se transmite y la cual debe ser compartida a sus respectivos públicos meta no como un dictado de primaria, sino como una historia amena y relevante, con el fin de pasar de un dato memorístico a un hecho que evoque una intencionalidad de cambio comportamental en sus entornos al volver del encuentro interpretativo, tal cual nos lo demuestra Sam Ham en su propuesta del TORA, aplicado a la interpretación.

En este proceso de develación de significados es preciso que incorporemos tanto en nuestras sesiones de capacitación, como en las actividades evaluativas el componente sensorial a fin de promover en nuestros aprendices el uso del tercer conjuro “la interpretación es un arte, que combina muchas otras artes y cualquier arte se puede enseñar en cierta forma”. Es por medio de esta visión de las artes y la tecnología que podemos apelar a la accesibilidad de distintas audiencias al acercamiento de los recursos patrimoniales.

Esta sección en particular es una muy enriquecedora oportunidad de apoyarnos en las artes dramáticas, musicales, plásticas, gráficas, culinarias entre otras expresiones artísticas como elemento pedagógico en los entornos de aprendizaje y como propuesta de abordaje futura para entornos laborales de nuestra audiencia en formación. Y es que como lo indica Andrés Raviolo “Las personas no captamos el mundo directamente, sino construimos representaciones mentales o cognitivas del mismo. Éstas son representaciones internas o maneras de representar internamente, en la memoria de trabajo y en la memoria de largo plazo, al mundo externo.” Por tanto, si queremos cruzar ese puente de conexión entre lo cognitivo y lo emocional, será por medio del transporte a través de los sentidos que podamos generar una vinculación exitosa en el arte de interpretar los recursos patrimoniales ya sean estos naturales o culturales.

Figura 2. Ascensión(Estación Biológica Las Cruces, CR). Fuente: Wroe, 2018.

A pesar de existir un imaginario que indica una jerarquía preformada entre los instructores y sus estudiantes, es conveniente conformar un equipo de trabajo homogéneo que permita un ambiente seguro a nuestros co-aprendices y aquí haré referencia a nuestro cuarto truco de la didáctica de la interpretación y es que “El objetivo principal de la Interpretación no es la instrucción, sino la provocación”. Por eso es más aconsejable un espacio donde predomine el diálogo y el poder transformador de la creatividad que surge de la semilla de la provocación y la curiosidad, más que el temor de evaluaciones cuantitativas con un dígito poco claro en términos del ejercicio de la práctica del intérprete. Siento entonces que, en este mágico proceso de formación el rol del educador no debe ser el de mantenerse en la cumbre de la jerarquía en el aula, sino el de facilitador acercando a los estudiantes a recursos referenciales, ejemplos afines a su futuro laboral y enlazándolos con profesionales en otras latitudes y otras áreas del conocimiento a modo de que cada cual según sus habilidades de aprendizaje y tipo de inteligencia oriente su poder de aprendizaje al máximo de su potencial.

Si bien es cierto que dependiendo de las aptitudes que deseen cultivarse en los aprendices se tiende a enfocar más el proceso de aprendizaje a los elementos que la persona facilitadora considere las mejores herramientas para la transmisión de mensajes interpretativos, no existe un recetario de mezclas exactas para el éxito pues como individuos integrales nos debemos a un todo, aquí haré mención al quinto truco y es que “La interpretación debe estar dirigida al humano en su conjunto”. Lo anterior nos hace un llamado a pensar de manera primaria en las necesidades de nuestra audiencia inmediata y retomar el punto del inicio sobre qué los motivó a capacitarse como intérpretes del patrimonio, sus vivencias, anécdotas y motivaciones serán por el combustible que mantenga en marcha su habilidad autodidacta luego de terminar la certificación entendiendo que su proceso formativo lo acompañará hasta el final de sus días, la actualización profesional y la humildad de siempre aprender de los demás le darán el código secreto para el éxito como humanos integrales primeramente y profesionales de la interpretación como su oficio.

Para concluir con estas breves lecciones de magia, nos queda un último truco por develar, este es el de la inclusión y equidad, base primordial de sociedades y humanos que desean vivir en armonía. En este se enfatiza que “la interpretación a distintas audiencias no debe ser una dilución del mensaje”, siendo así que nuestra apreciación del recurso patrimonial deberá ser adaptado según los requerimientos de nuestro público meta en concordancia con su rango etario, etnia, lenguaje, género y capacidades. Sin cambiarlo a una “versión sencilla” sino más bien (y esto requerirá de todo nuestro potencial creativo) encajando en las visiones de mundo por medio de los elementos universales, desde la raíz de la formación de formadores intérpretes, hasta la ejecución en interpretación participante o elaboración de medios no participantes y como esto es un tema complejo nos tomará ser aprendices por siempre y magos en entrenamiento continuo…

El presente escrito es un acercamiento de análisis basado en el texto “Interpreting our Hertitage” de Freeman Tilden, 1977.

Fotografías: Asley Wroe Miranda, curso: B-0448 Interpretación Ambiental/UCR, 2018.