Video realizado con apoyo de InterpatMx, la Escuela Nacional de Antropología e Historia y El Colegio de Michoacán AC.
Hace casi un año, en la tarde del 7 de marzo de 2021, un amigo y colega me reenvió a través de whatsapp un video cuyo contenido tardé en asimilar: un templo con el techo en llamas aparecía allí, ante la impotencia de unas decenas de personas que no tuvieron los medios necesarios para apagar el incendio.
Se trataba del templo de Santiago Apóstol, en la comunidad p’urhépecha de Nurío, en Michoacán, (México), bastante conocido para mí porque había estado en él años atrás en varias ocasiones para tomar fotografías y hablar con la gente.
Recuerdo haber respondido a mi colega que ojalá se pudieran controlar pronto las llamas, quizá tratando de convencerme de que el siniestro no pasaría a más, pues antes se habían presentado ya connatos en Nurío y en otros lugares que tienen artesones o armaduras de madera.
Horas después circularon en redes imágenes más contundentes: el techo del templo totalmente consumido, y todo lo que había en el interior carbonizado: los retablos dorados, las antiguas imágenes de vírgenes y santos en lienzo o de bulto, el precioso bautisterio con sus esbeltas columnas, y la que desde mi punto de vista era la joya más preciada: el sotocoro de madera ensamblada con pinturas que en conjunto representaba un universo musical, con ángeles girando alrededor del sol que significaba la divinidad.
Un sentimiento de abatimiento me invadió durante varios días con sus noches, y pensé en lo que estarían viviendo en ese momento los pobladores de Nurío. Ellos eran los depositarios directos de ese patrimonio, pero más allá del innegable valor histórico y estético del templo, era ese el centro de su vida social y comunitaria, el espacio de sus vivencias festivas y cotidianas, el lugar de sus memorias colectivas e individuales.
¿Qué hacer ante lo que ocurrió?, ¿cómo apoyar en lo posible a la comunidad que generosamente me permitió realizar investigación en torno a su patrimonio?, ¿cómo evitar que suceda de nuevo algo similar en otros pueblos con patrimonios similares?, ¿cómo prevenir estos siniestros?, ¿cómo proteger el numeroso patrimonio que aún se conserva en la región? Son preguntas que me han asaltado desde el lamentable suceso, y que estoy seguro comparten conmigo tanto los pobladores de la región como las personas que desde el ámbito académico y artístico se han acercado a este tipo de manifestaciones culturales.
El conjunto de breves cápsulas que aquí presentamos es fruto de una iniciativa que surgió en una reunión con mis amigos y colegas de la Asociación Mexicana de Intérpretes del Patrimonio InterpatMx en los días posteriores al incendio de Nurío, y que se materializó como producto conjunto entre InterpatMx, la Escuela Nacional de Antropología e Historia y El Colegio de Michoacán, A.C.
El objetivo es dar voz a diversas personas, del ámbito académico y de otros ámbitos, que se han acercado en algún momento a la comunidad de Nurío y a su patrimonio. Pretendemos motivar a reflexión sobre la importancia de estos espacios y de los bienes que contienen tomando en cuenta su valor estético e histórico, pero sobre todo social y cultural en sentido amplio, y abrir un canal de intercambio para encontrar las mejores estrategias para valorar, conservar, proteger, investigar y divulgar estos patrimonios. Sobre todo, nos interesa manifestar nuestra solidaridad y apoyo a la comunidad de Nurío, en las decisiones que tomen respecto de la recuperación de su patrimonio.
Aquí presentamos el primer video de una serie que tendrá varias entregas en las próximas semanas.
Pie de foto:
Sotocoro del templo de Santiago Apóstol, Nurío, Michoacán.
Fotografía: Irena Medina Sapovalova.
Pie de foto:
Ángel músico en el sotocoro del templo de Santiago Apóstol, Nurío, Mich.
Fotografía: Irena Medina Sapovalova.